Una de las soñadoras que asistió a la etapa cero del Arte del Bueno Soñar, etapa por cierto gratuita y abierta que puedes encontrar en esta página, me propuso un ejercicio personal:
Explicar un poco más en profundidad cómo los sueños llegaron a mi vida y qué es lo que hizo que los tomara como uno de mis oficios.
La verdad es que no estaba en los planes.
Pero si una cosa tiene este momento tan extraño que estamos viviendo es que parece invitarnos a la reflexión y recapitulación, como un alto en el camino para ver si estamos recorriendo el camino que deseamos y cómo lo estamos haciendo. Así que he decidido seguir el hilo de su propuesta.
Para ello necesito retroceder 35 años y 6 meses en mi vida.
El día 28 de diciembre, Santos Inocentes para la tradición, mi abuelo materno nos hizo un regalo muy particular. Enseñarnos que quizás la muerte no es más que una «broma pesada» pero en esencia, una broma.
Ese día partió.
No sé si en todos los lugares se celebra de mismo modo, a pesar del simbolismo que trae este día en el saber cristiano, en mi tierra es un día en que la gente se hace bromas.
Ese 28 de diciembre yo estaba gestándome en el vientre de mi mamá… ¿Puedes imaginar la contradicción de emociones que vivió? Por un lado su papá partía dejando un vacío muy grande en su vida, por el otro, en su vientre lleno se estaba dando el milagro de la vida. Vida y muerte sucediéndose al mismo tiempo.
Soy de las que siento que lo que mamá vive cuando nosotras estamos gestándonos, configura de algún modo nuestra manera de ser. Deja una huella emocional y espiritual fuerte. En mi caso, la sensibilidad por esa línea delegada que separa los mundos, la empatía hacia el dolor ajeno y una fuerte relación con la muerte que me ancla a la vida. Más tarde aprendería que los sueños nos preparan para emprender el viaje de vuelta al útero cósmico según la tradición Budista.
Los primeros sueños que recuerdo son con mi abuelo materno.
Hasta los 6 años de edad lo soñaba casi cada noche. Sentía que me visitaba y me acompañaba en mis aventuras nocturnas. A veces dudaba de si era un sueño o estaba realmente en mi habitación. Llegué a sentir que lo conocía y se lo compartí a mamá. Recuerdo una mezcla entre alegría y dolor en su mirada. Ese día, tras entender que eso que vivía cada noche no era ni tan normal ni quizás tan bueno para mi entorno, le pedí a mi abuelo que no volviera más. Y no lo hizo, al menos bajo la forma que se expresaba normalmente.
Pasaron los años y aunque no lo encontré más seguía soñando fuerte. A veces aventuras locas, a veces cosas del pasado, a veces cosas que parecían películas de otros mundos, y a veces cosas que querían ocurrir a los pocos días. Ese era mi particular universo, una biblioteca a la que podía ir cada noche, un parque de atracciones y un cine. Todo gratis. Todo tras la almohada.Dos vidas en una.
Pero estaba sola y tenía sed.
La biblioteca del pueblo se volvió un refugio. Miles de historias esperando ser vividas, igual que los sueños, aunque cuando consultaba sobre sueños no recibía las respuestas que quería. La Interpretación típica y tópica nunca fue lo mío.
Pasaron los años y tenía que convertirme en una mujer de provecho… ¿no? Haberme sentido toda mi vida perro verde y haber encontrado la belleza en los márgenes de lo que se supone que debe ser fue lo que me movió a convertirme en maestra de educación especial. Esas personas que habitan los márgenes que muchas veces lindan entre mundos me fascinaban. Esa libertad que desprende aquel que no intenta o no puede esconder su raruna me inspira y da fuerzas para defender la mía propia. Así que abducida por un fuerte sentido de justicia social me empeñe en ayudar a dar un lugar visible, reconocido y compartido a este tipo de personas.
Pronto vi que la escuela como tal no era mi sitio y aunque la dejé, nunca me he desvinculado totalmente del trabajo con la diversidad funcional.
La Crisis financiera, política y social que estalló en España en 2007/2008 se convirtió en mi particular viaje iniciático. Nos tocó de demasiado cerca. Tenía 22 años. Cargué con responsabilidades y dolores que no me pertenecían por fidelidad al clan…no veas lo que costó deshacer tal embrollo y entender que solo responsabilizándome de crear una nueva historia para mi vida podría, también, ofrecer un nuevo final a mi clan…Pero… ¿ cómo hacerlo? No sabía quién era, qué quería de la vida, cúal iba a ser mi propósito y mucho menos qué hacer conmigo misma. Así que no sé si en un momento de valor o de locura, rompí con todo y me fuí a Brasil unos meses para tomar un poco de aire.
Aprendí que una no puede huir de sí misma y que los sueños están ahí para recordarlo.
Volví,
y
me rompí.
Un mal de amores de estos dignos de telenovela de tarde fue la gota que colmó el vaso.
La semilla del » y si….» arraigó,,, Mala hierba traicionera que te camela como sirena mientras despoja la tierra de cualquier nutriente para que nada más arraigue en ella.
» Y si…» + » no se que hacer con mi vida» = Querida, usted manifiesta una crisi existencial en toda regla, amenizada por melodramatismo al dente con toques olfativos de autoboicot.
Que bueno que haya llegado el día en que pueda tirar del bendito arte el de reírse de una misma. Uau, ahora mientras lo escribo me parece otra vida…
Realmente fue una mala época, donde el descanso era escaso, y los sueños más que abundantes. Una época también en la que la incomodidad era tan grande que decidí ponerme manos a la obra. Me sentía perdida y bloqueada y no estaba dispuesta a que ese sentir se convirtiera en un modo de ser.
La sorpresa fue encontrarme por pura casualidad, o causalidad, ( eso es otra historia) en medio del Camino Rojo y las Búsquedas de Visión Las ceremonias con plantas sagradas, los encuentros en la montaña, los cantos, el tambor, el espejo del otro y sobretodo el sudor entregado a madre tierra a través de las temazcales me dieron aire no sin antes arremangarme para bailar mi propio barro. Descubrí un mundo aquí, en la realidad física, que hablaba como lo hacen los sueños. Me enamoré y desenamoré también, hasta encontrar el camino del medio.
En ese entonces estaba en un grupo de trabajo personal y estudio en base a la psicología transpersonal, ya que siempre he necesitado equilibrar la intuición con la razón para andar por la vida. Mi manera personal de ir ampliando mapas y no quedar secuestrada por una única visión del mundo.
Un día llegó a mis manos el Huevo de Obsidiana. Una mujer medicina con la que compartía ático en la Vila de Grácia me avisó de su poder, pero mi arrogancia juvenil y mi propia incredulidad silenciaron sus palabras.
Introduje el huevo en mi vagina y dejé que me hablara en sueños.
Punto de Inflexión.
Esta vez con saña, bien profundo y bien sombrío.
Me fuí a la mierda.
Por fin empezaba a tocar lo que había detrás del dolor.
Para ello me acompañaron una serpiente ( como la lámpara de mesita de noche que papá talló para mis 18 años) una Matruscka ( Como la que me trajo mamá de pequeña de Budapest) y una esfinge de Lobo que más tarde mi papá me tallaría sin conocer esta historia.
Tres figuras grandiosas, amenazantes, destruyendo mi mundo y yo, siendo serpiente sin poder hacer nada más que pararme a observar tal destrucción cuál monje budista el día del Juicio Final.
Una invitación muy clara: siéntate, observa y deja pasar…
Tarea para titanes, no para una aprendiz de enlazadora de mundos- pensé.
La experiencia me tocó tan fuerte que me dí cuenta que necesitaba ayuda. Necesitaba alguien que hablara mi lenguaje, que fuera bueno acompañando y dotado de un poco de razón y un poco de intuición también. La vida me cuidó mucho y me presentó a Jordi Borrás, psicólogo especialista en sueños, quien se acabaría convirtiendo en mi maestro y compañero de aventuras nocturnas. Quien me mostraría el camino, con el que me formaría más tarde y quien me conectaría con otros maestros y experiencias que me han llevado aquí, hoy, con mi serpiente, lobo y matrushka.
Tres figuras que han acabado alumbrando un mundo nuevo, mucho más luminoso, empoderado, mágico y alienado que el que habitaba antes.
Tres figuras que han ido evolucionando y dado paso a nuevas otras formas.
Un nuevo puzzle que armar, lo que ahora el diseño lo decidimos entre la vida y yo misma.
Ya no es solo algo que me fue dado o algo que tenía que reproducir.
Empezó la vía de lo auténtico.
Cada vez me emocionaba más lo que descubría estudiando los sueños. Por un lado todo el marco psicoterapéutico que la Integración de Sueños me dió, y por el otro, la magia, la sincronía y lo transpersonal que el Active Dreaming de Robert Moss me complementó. Ahora sí, mi razón y mi intuición estaban nutridas por los saberes de aquellos que antes que yo transitaron el camino de los sueños.
Muy pronto supe que ese mundo tan especial y rico que vivía y estudiaba quería compartirlo con otras mentes soñantes. Pero los miedos al qué dirán, al ¿ sabré hacerlo? y el típico síndrome del impostor hacían de las suyas. Y mira que tuve uno de los mejores inicios posibles cuando se me invitó a formar parte de Dreamscloud, una plataforma que ya no existe que estaba dedicada a compartir sueños y recibir reflexiones en la línea integrativa de lo onírico. Una de las que reflexionaba sueños era yo…
Hasta que llegó un sueño y una sincronía.
En mi sueño, Jordi toma a todos los componentes de la primera promoción de su formación y nos dice que nuestro » diploma acreditativo » es un objeto de poder que ha escondido en el escenario onírico y que corresponde a cada uno de nosotros. Como si fuera una gincana nos ponemos alegremente a buscar. Yo me encuentro dos. Unos pendientes de plumas negros y un anillo. Tomé los pendientes con mucho gusto, pero el anillo no. En ese entonces la idea de compromiso era demasiado incómoda para mi, así que intuyendo que estaba dentro de un sueño decreté lo siguiente: – el día que de verdad esté lista para asumir compromisos como el que me propones, el anillo llegará a mi-
Unos meses más tarde decidí abrir un círculo de sueños en mi casa e invité a unas amigas. Sentí por primera vez que de verdad me estaba comprometiendo con el camino de los sueños más allá de mi. Por mi sopresa, una de las chicas que nada sabía de mi sueño, vino a casa con un regalo muy especial para mi. ¿ Adivinas el qué? Un anillo.
Este anillo:

Desde entonces estoy al servicio de los sueños y me encanta.
Un abrazo,
Laia M.
Que la fuerza y la belleza de tus sueños te acompañen hoy y siempre.